domingo, 9 de marzo de 2008

Nueva experiencia

Este viernes que operaron a mi mamá me di cuenta de algo: nunca había visto sufrir a una persona que quiero. Tampoco he visto morir a alguien cercano (salvo una persona que fue mi amigo, pero tenía algunos años de no verlo, por lo que el impacto fue diferente). He pensado muchas veces que a mis 26 años esto es algo que podría ser considerado como fortuna, sin embargo no se si realmente estoy preparado para cuando algo suceda.
Cuando la llevaron al cuarto, mi mamá estaba despierta pero todavía bajo el efecto de la anestesia. Se quejaba mucho y su rostro demostraba que realmente le estaba doliendo. La cirugía fue para sacarle un cálculo renal, pero se tuvo que hacer a la antigüita porque, de acuerdo con unos estudios que se había hecho, el láser no iba a funcionar. Así, le tuvieron que hacer una herida de cerca de 25 cm. que, según nos explicaba el doctor, duele mucho porque se tienen que cortar también una parte del músculo y del mismo riñón. Durante todo el día le estuvo doliendo mucho y nos lo manifestaba, siendo que mi mamá es una persona que difícilmente se queja. Esto fue doloroso para mi, pero lo que más me impresionó fue que entre su dolor me hacía preguntas como: "¿ya comiste?", "¿no estás muy cansado?"; o mostraba su preocupación con respecto a mi trabajo. No hay duda que las madres son algo realmente admirable.
Claro que esto deja muchos aprendizajes, y pensándolo bien, si me pusieran a elegir perferiría el dolor propio que tener que verlo en alguna persona a la que quiero. Afortunadamente ahorita mi mamá ya está en casa recuperándose.

2 comentarios:

SPIN dijo...

Espero que tu mamá se recupere pronto y leerte me ha hecho reflexionar mucho, gracias!

Ingrid dijo...

Eso de que las mamás estén en el hospital siempre es un aprendizaje. A veces creemos que son para siempre y al verlas preocupadas por nosotros nada más nos reflejan que ahí están. Eso de ser madre ha de ser increíble, ¿no crees?