lunes, 5 de mayo de 2008

Las oportunidades

Les comparto esta pequeña historia que encontre por ahí:
"Un hombre caminaba por el campo y encontró una piedra en el camino que le llamó la atención. Sus colores eran demasiado brillantes como para ser reales. "Ha de ser falsa", pensó. "Demasiado bella para ser verdad". Y continuó su camino, pero nunca olvidó la piedra ni los colores de esa piedra falsa.
Años después, ese hombre fue a visitar a un amigo cercano a quien la fortuna había sonreído abundantemente. El amigo, sin embargo, se acercaba ya a sus últimos días de vida. Postrado en la cama, el amigo recibió a este hombre quien sin poder aguantarse le preguntó: "amigo, estás a punto de morir y desearía que no te fueras a la muerte sin decirme algo que me tiene sorprendido y curioso desde hace años. Dime, ¿cómo es que hiciste tu fortuna?"
El amigo moribundo le contestó: "Ciertamente me queda poco tiempo de vida, así que también creo que eres la mejor persona a quién se lo puedo contar. En cierta ocasión, caminando por el campo, encontré un hermosa piedra de colores tan extraordinarios que parecía falsa. Resultó que esa piedra era una rara especie de diamante valorado en varios millones de dólares".
El amigo que estaba escuchando sintió de repente una sensación de molestia y enojo consigo mismo porque en ese instante supo que esa era la hermosa piedra que él había declarado como falsa y que, por su prisa e insensatez, había dejado abandonada. Disgustado de manera evidente, le dijo a su amigo: "Tú tomaste la piedra, y esa piedra te dio toda tu fortuna. Dios mío, no lo puedo creer. Yo la vi primero y la dejé pasar porque creí que era falsa. Qué estúpido de mí. Viviré angustiado y en remordimiento el resto de mi vida".
Sorprendido, el moribundo le contestó: "Pues vivirás así porque quieres- le dijo. Yo también creí que era falsa y la dejé en donde estaba, pero supe de alguien que la encontró y que se hizo rico y desde entonces supe y, ahora se con más convicción que nunca, que las oportunidades están debajo de nuestras narices, en cualquier lugar y en cualquier momento. Aprendí la lección y aproveché al máximo todas las oportunidades que la vida me dio".
"Yo, como tú -continuó- quería fortuna y riquezas y se las pedía a Dios continuamente. Esa piedra me enseñó a entender el lenguaje del Universo y a confiar en que siempre contesta nuestras plegarias y a partir de entonces, acepté todas las oportunidades que Dios me envió. Y a ti amigo, te recomiendo que esa piedra te enseñe la misma lección que a mí me enseñó". Y al decir esto, cerró los ojos y murió tranquilamente, tal vez sabiendo que había plantado una hermosa y rara flor en el corazón de otro hombre, la flor de la esperanza".
Francisco Cáceres Senn
Más historias en: www.kenpomexico.com.mx

1 comentario:

Ingrid dijo...

Por prisa, por no observar, por tantas cosas no vemos, no nos damos cuenta... ¡Qué linda historia! Gracias por compartirla.